Nexos de André Racz con escritores chilenos
El escritor Luis Enrique Délano era cónsul de Chile en Nueva York cuando conoció al pintor André Racz, que potenció la faceta pictórica de quien fuera luego Premio Nacional de Periodismo.
La esposa del diplomático y fotógrafa Aurora "Lola" Falcón, lo acompañó con su pequeño hijo "Poli" Délano en sus frecuentes citas con la familia Racz Orrego, y registró esos momentos con su cámara Rolleiflex (Délano, 2015).
Gabriela Mistral era igualmente cercana a Délano, pues el escritor fue su secretario y amigo cuando ejerció como cónsul en Madrid entre 1933 y 1935. Racz se sirvió de este nexo para enviarle con él los grabados del portafolio "Mother and Child".
En Estados Unidos, Racz conoció también al poeta Rosamel del Valle, que emigró a ese país en 1946, para convertirse en corrector de pruebas en la Oficina de Publicaciones de las Naciones Unidas, y en corresponsal del diario La Nación, donde describió sus experiencias culturales en Nueva York entre 1947 y 1962.
En ese periódico dedicó al artista rumano una crónica el 9 de octubre de 1949, titulada "Una tarde con el pintor André Racz". En ella del Valle narra:
"Veo trabajar a André Racz. Lo veo romperse las manos, como el alquimista en los ácidos, sobre las planchas del bronce esquivo, y sonreír de felicidad ante las telas donde las formas y los colores, buscados con tanto afán, han reunido al fin la materia de sus sueños" (Del Valle, 1949:2).
Racz confeccionó el retrato del escritor para que lo publicara en su poemario El joven olvido, gesto que muestra su apertura a la creación cooperativa con otros artistas.
Villavicencio N° 340: taller de André Racz y Alejandro Jodorowsky
En uno de los pasajes de La danza de la realidad, el artista Alejandro Jodorowsky relata que a fines de los años '40 el grabador rumano le cedió gratuitamente su taller ubicado en la calle Villavicencio N° 340, de Santiago de Chile.
Ambos tenían una amiga en común llamada Luz, quien lo invitó a que visitara el estudio de André Racz. Para la ocasión, Jodorowsky decidió llevar sus títeres. Uno de los muñecos del joven llamó la atención del pintor, pues parecía su fiel retrato. Jodorowsky le regaló la marioneta y el creador rumano se lo agradeció diciendo:
"Muchacho, eres un mensajero divino. No has llegado hasta aquí por casualidad. Sin conocerme hiciste mi retrato. Acabo de comprar un boleto de avión para irme a Europa. Necesito poner una distancia abismal entre Luz y yo […] Sé que ella mientras me recuerde, dormirá con el muñeco. Así será más fácil la ruptura. Este es mi taller, en él pasé momentos inolvidables. Te lo regalo. No quiero abandonarlo en manos vulgares" (Jodorowsky, 2009:130).
Alejandro Jodorowsky convirtió este taller en centro de reuniones y ensayos de incipientes creadores, y en un espacio abierto para fiestas y espectáculos teatrales en que participaron personas de todas las clases sociales y oficios, al igual que un grupo de jóvenes artistas, entre los que se encontraban Enrique Lihn y Enrique Lafourcade.
El autor de Palomita Blanca lo definió como el primer templo del creador nacional, y lo describió como "una sucesión de enormes galpones que utilizaban arquitectos, escultores, pintores, entre otros Arturo Edwards y Andrés [sic] Racz. El segundo, norteamericano, decidió irse y le cedió su lugar a nuestro psicomago, sin costo. Alejandro, generoso, abrió las puertas y a poco eso era otro Hogar de Cristo un hervidero de mimos, actores de teatro, brujos, poetas, vagabundos. Cigarrillos, grandes conversaciones, vino" (2001).
El cineasta chileno no volvió a ver al grabador, pero ambos compartieron el mismo círculo de amistades en Chile, en el que figuraban Carmen Silva, Hugo Marín y Carlos Faz, quienes también fueron alumnos de Racz.
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