Vida de Gabriela Mistral vista desde el recuerdo de sus compañeras
Laura Rodig, Palma Guillén y Doris Dana fueron las colaboradoras y confidentes más cercanas a Gabriela Mistral y a partir de sus recuerdos presentes en diversos documentos se puede reconstruir la vida de la escritora marcada por la presencia femenina.
Según la crítica literaria Raquel Olea, existe un cúmulo de experiencias y relaciones que han quedado fuera de la biografía de Gabriela Mistral. Por ello, se hace necesario revisar aquellos espacios de mujeres que configuraron la vida y obra de la intelectual chilena, con el fin de profundizar el conocimiento y la comprensión en torno a su imagen.
El material fotográfico del Museo Gabriela Mistral de Vicuña, sumado a la publicación de correspondencia privada de la Premio Nobel y sus compañeras en los libros Niña errante: cartas a Doris Dana (2009) e Hijita Querida: cartas de Palma Guillén a Gabriela Mistral (2011), hacen posible "renovar la visión de su carácter y ahondar en su trayectoria de vida" (García-Huidobro, 2008: 35).
Laura Rodig conoció a Gabriela Mistral en Los Andes, durante los primeros años de producción intelectual de la escritora.
La acompañó en viajes por distintas ciudades de Chile, donde la poeta se desempeñó como directora de establecimientos educacionales y la nombró profesora de dibujo, como en el Liceo de Punta Arenas.
En 1922, se fueron juntas a México y durante su estancia en ese país la artista plástica decidió viajar a Europa para continuar sus estudios.
En la Colección Documental del Museo Gabriela Mistral de Vicuña se conservan manuscritos de la artista plástica dedicados a la poeta.
En este material Laura Rodig resaltó la figura de la media hermana de la poeta Emelina Molina, quien mantuvo a Lucila y su madre después del abandono paterno:
"[Fue un] hermoso ejemplar humano, llena de virtudes- Nadie recuerda de ella otra cosa que el bien - y de todos fue en realidad prácticamente responsable del aspecto material de la familia. Su padre murió a su temprana edad -como, le habían dado una buena educación- para esos años, cuando su madre se volvió a casar ella se dedicó a la enseñanza para no depender de otro padre.
Es así que cuando Lucila tenía 3 años y su padre se fue - la niña y su madre se fueron con Emelina a Montegrande, donde ya era directora de la Escuelita Rural" (Rodig, s/f).
Gabriela sintió una profunda admiración y gratitud por la joven artista, con quien compartió siete años de su vida.
En el artículo Escultura chilena: Laura Rodig se refirió al viaje que realizaron juntas a Magallanes:
"A los diecisiete años, Laura Rodig obtenía en un Salón Oficial la segunda medalla de escultura, que otros obtienen en plena madurez. Después de ese éxito, vino la obra de la Vida, la de las duras manos. Laura Rodig hubo de dejar su taller, sus amigos, su vida artística, para ir a ese Magallanes, lejano y glacial, donde es posible cualquier arte menos éste y donde yo la vi alguna vez tirar la greda cristalizada por el frío en sólo una noche con gesto de infinito desconsuelo" (Mistral, 1998 [1920]: 113).
Destacan en su obra las esculturas de Gabriela Mistral, en las que quiso representar su recuerdo de cuando "la veía sentada, reconcentrada, grande y majestuosa siempre, bajo tanta diferente luz, contra la montaña y frente al Estrecho, bajo la Cruz del Sur, en la meseta mexicana" (Rodig, 1955: 5).
Palma Guillén: conformación de un núcleo familiar
Palma Guillén conoció a Gabriela Mistral en 1922 en México, cuando fue llamada por el entonces Secretario de Educación José Vasconcelos a participar en la Secretaría de Educación Pública para escolarizar a los sectores más desfavorecidos de la población.
De ese primer encuentro, Guillén recuerda:
"Me pareció mal vestida, mal fajada, con sus faldas demasiado largas, sus zapatos bajos y sus cabellos recogidos en un nudo bajo. Veo los ojos temerosos de Gabriela. Aquellos ojos, casi siempre cubiertos por los párpados caídos, tenían dos modos de mirada: una mirada rápida y relampagueante en la que podía estar el encantamiento, la sorpresa, la cólera o el temor -muy frecuentemente el temor- y una mirada serena, sostenida, que era como un agua encantada" (1988 [1966]: s/p).
A pesar de esta impresión, con el tiempo ambas entrelazaron una amistad duradera.
"Llegué a ser para ella, hasta el fin de su vida, un poco su familia, la persona a la que se acude con confianza en las dificultades y en las penas. ¡Qué alegría y qué consuelo me dio y me sigue dando el hecho de haberme sentido, en muchas ocasiones, su descanso!" (Guillén, 1988 [1966]: s/p).
Palma acompañó a la escritora en sus visitas a escuelas rurales de todo México para recoger las necesidades de maestros, niños y apoderados.
En 1924, la maestra viajó junto a la Premio Nobel a Estados Unidos y Europa, donde vivieron juntas 10 años.
Durante este período vivió con ellas Juan Miguel Godoy Mendoza, sobrino de Gabriela Mistral apodado Yin-Yin.
La maestra mexicana se convirtió en la segunda madre y tutora del niño, y conformaron así una familia (Zegers, 2011).
Estadía en Brasil y ausencia de Palma Guillén: 1937-1945
Mistral fue cónsul en Brasil, país en que se propuso "reencontrar la relación con la tierra que había configurado su modo de vinculación con la realidad" (Pizarro, 2005: 31).
Inició allí un proyecto transgresor para su tiempo, que consistió en reivindicar las letras de la cultura sudamericana desplazadas ante el centralismo europeo.
Así la poeta desarrolló su carrera desde un contexto cultural alternativo al de los países más poderosos en materia intelectual, como Estados Unidos y Francia.
"Es posible que la primera defensa que los escritores debemos hacer sea la del principio de la particularidad, del cual nacieron esas patrias pequeñas que se quiere borrar de la faz de la tierra. Una causa tan clara y […] no necesita de gesticulación violenta para vencer […] Si alguna vez ha sido válida para una empresa la expresión «heroísmo intelectual», esta es la ocasión de vivirla con todas las potencias, de vivirla en su dureza y en su intensidad" (En Pizarro, 2005: 28).
Palma Guillén no viajó junto a Mistral a Brasil, pero se mantuvo presente a través de innumerables cartas.
Sus misivas versaron sobre preocupaciones intelectuales, políticas y familiares, "(…) con ese dejo de hermana mayor de Palma, que siempre estaba pendiente y, tantas veces angustiada, por lo que pudiese afectar a Gabriela y a Yin-Yin" (Zegers, 2011: 14).
La correspondencia muestra la intranquilidad de Guillén por no poder acompañar a Mistral en momentos de dolor como el suicidio de sus amigos, el novelista austríaco Stefan Zweig y su esposa Elisabeth Charlot en 1942 y el de Yin-Yin un año después.
La amistad de Mistral y Guillén duró hasta la muerte de la poeta. Según Pedro Pablo Zegers (2011), esta relación de hermandad se transformó en una suerte de símbolo de la amistad interpersonal, de la admiración y empatía que sintió Gabriela por las mujeres mexicanas de todos los estratos sociales.
Este sentimiento se manifiesta en la dedicatoria de Tala:
"A Palma Guillén,
y en ella,
a la piedad de
la mujer mexicana"
Doris Dana: heredera universal
La relación de Doris Dana y Gabriela Mistral se inició en 1948 cuando la joven estadounidense le escribió su primera carta, referida a su traducción del ensayo de la poeta "El otro desastre alemán", que formó parte de un libro en homenaje al novelista Thomas Mann.
En esta misiva expresó su profunda gratitud y admiración por la escritora, ofreció a Gabriela Mistral presentarle al escritor alemán, pues mantuvo estrechos vínculos con éste y su familia: "(…) como yo iré a visitar a Thomas Mann en septiembre, si Ud. estuviera entonces en California, tal vez nos sería posible visitarle juntas" (en Zegers, 2009: 35).
El encuentro entre ambas no tardó en producirse.
La escritura, los viajes y la lectura fueron sus pasiones compartidas, pero también se transformaron en motivos de separación por compromisos personales o la compulsión de Doris Dana por viajar.
A veces sus períodos de ausencia se hicieron "(…) más extensos de lo que, sobre todo, Gabriela querría; y es en estos períodos cuando la correspondencia entre ambas se engrosa, y con ella, los temores, los tópicos, las recriminaciones, pero también el cariño, el deseo, la preocupación verdadera" (Zegers, 2009: 20).
Luego de la muerte de la escritora en 1957, Doris Dana se convirtió en su albacea y cuidó sus documentos más personales.
Dana entregó junto a Laura Rodig parte del legado literario de Gabriela Mistral a la Biblioteca Nacional de Chile en 1965, el que se encuentra hoy en el Archivo del Escritor.
Dedicó dos años a la edición de Poema de Chile, libro póstumo publicado en 1967, en el que escribió una nota para destacar el valor personal de la elaboración de estos poemas, pues en ellos Mistral "se encontraba con su pasado, con su infancia en Montegrande" (1967: s/p).
Murió en 2006 y heredó los registros de la Premio Nobel a su sobrina Doris Atkinson, quien entregó sus manuscritos, primeras ediciones, fotografías y objetos personales de la poeta a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) en 2007.
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